Editorial 261
Hasta
los gatos quieren zapatos
Uno
de los cambios más espectaculares que propone la sociedad de redes
es la deslocalización de la información y el conocimiento para
tomar decisiones, para aprender, para organizar el trabajo, para
desarrollar proyectos o simplemente para disfrutar del ocio. Antes,
ésta era una información confinada entre los muros de las propias
organizaciones, quienes siempre se mostraban celosas de protegerlo
bajo el manto de un "bien estratégico". Ahora,
curiosamente para ellas, cada vez más descubren que una parte
sustancial de esa información y conocimiento reside en individuos,
colectivos, empresas, u organizaciones que se expresan en redes
abiertas turbulentas y expansivas. Redes abiertas que vehiculan el
talento y la inteligencia que les resulta imprescindibles a sus
usuarios, pero también a quienes quieran desenvolverse en esos
entornos interconectados. Capturar esta información y conocimiento,
formar parte de su gestación, procesamiento y distribución,
constituirá buena parte de lo que entendemos como Sociedad del
Conocimiento. Para conseguirlo necesitamos construir redes forjadas
por los intereses específicos de los propios usuarios, única forma
de garantizar la producción de información y conocimiento
pertinente (véase el editorial "No hay red como la red propia",
27/3/2001).
Y su arquitectura debe asegurar un flujo de comunicación que
garantice la generación y crecimiento del conocimiento buscado
mediante la actividad de todos los participantes en esa red. Este es,
a nuestra entender, el punto de partida para crear redes
inteligentes. Y en esta tarea estamos involucrados en en.re.dando a
través de en.medi@,
la tecnología que hemos desarrollado para la gestión de
conocimiento en red (GC-R).
¿Cómo
se configura una red de este tipo, sobre todo si entendemos, como
entendemos, que el conocimiento no reside por sí mismo en las redes
o las bases de datos, sino en las interacciones entre las personas?
La pertenencia a una red se define a partir de la actividad que se
desarrolle en ella en función de objetivos concretos expresados en
un espacio virtual al que acceden los interesados para alcanzarlos.
Allí se encuentran quienes ofertan o demandan la información
necesaria, o esperan conseguirla a través de las relaciones entre
ellos, establecidas estas por afinidades intelectuales, personales,
sociales, empresariales u organizativas. Por eso denominamos a
en.medi@
como una tecnología de encuentro entre la oferta y la demanda de
información y conocimiento, en la que los usuarios actúan, a la
vez, como productores y consumidores de esa información y
conocimiento. Ahora bien, toda la actividad de los usuarios está
soportada por los tres pilares de la arquitectura de en.medi@,
que trataremos de reseñar brevemente ahora, pero sobre los que nos
extenderemos en las próximas semanas con más detalle: la
moderación, la gestión de conocimiento en red y la memoria
histórica de la red en cuestión.
Para
definir tanto la configuración básica del espacio virtual como el
tipo de apoyo que requerirá, es necesaria una investigación previa
que establezca el marco preciso de los objetivos a alcanzar
(desarrollar un proyecto, organizar el trabajo en el ámbito
empresarial, promover un proceso de toma de decisiones, crear una red
de formación continua, etc.), las características y el volumen de
la población que va a participar, su grado de implicación en los
objetivos de la red, etc. Esta información permitirá perfilar los
rasgos de la zona de debate de la red, si es abierta o cerrada y en
cada caso para quiénes, las funciones que desempeñará el equipo de
moderación, el tipo y y número de las zonas de aportación donde
trabajarán los gestores de conocimiento en red, etc.
El
moderador es el responsable de establecer la metodología de trabajo
en la zona de la red donde se encuentran todos los participantes y
fijar el ritmo de producción para conseguir una relación óptima
entre tiempo disponible/grado de atención. No toca mensajes, no los
filtra, ni los modifica. Los aprueba según criterios pactados a
través de un proceso de negociación con los participantes. Los
moderadores, además de evitar el "spam" o la publicidad no
solicitada, también vigilan que las intervenciones de los
participantes estén debidamente referenciadas cuando se menciona
documentación, bibliografía u otras fuentes de información. De
esta manera, la calidad de cada intervención es la mejor garantía
de la calidad de todas las intervenciones y, por ende, de la calidad
de la información y el conocimiento que circula por el espacio
virtual.
¿Qué
hacen los gestores de conocimiento en red? Básicamente, a partir de
lo que está sucediendo en la zona de debate, donde participan los
integrantes de la red, los gestores apuntalan esta actividad desde
las denominadas zonas de aportación. Si el objetivo de la red, por
ejemplo, es desarrollar un proyecto medioambiental, debatir sobre la
aplicación de la mecánica cuántica, crear un mercado en una nueva
área de conocimiento, o decidir cada uno de los pasos del
lanzamiento de un nuevo producto al mercado, los gestores buscan la
información y el conocimiento pertinente, ya sea en la Red o fuera
de ella, para dinamizar aún más el debate y evitar que este se
limite tan sólo al conocimiento o las opiniones de cada uno de los
participantes. Los gestores de conocimiento en red, en otras
palabras, van confeccionando un umbral colectivo de inteligencia que
sustenta toda la actividad de la red... inteligente. Y este umbral se
sostiene sobre documentos, investigaciones, reseñas y críticas de
obras, experiencias, dictámenes de expertos y consultores, etc. Todo
lo cual, incrementa constantemente la base de conocimiento de la red.
Los
gestores, por explicarlo de una manera gráfica, son el Woody Allen
de la película Annie Hall. Woody se encuentra en la cola para entrar
a un cine y cada vez está más histérico por un tipo detrás de él
que no para de recitar a Marshall McLuhan. Al final, a punto de
reventar, Woody dice algo así: "¡Cómo me gustaría que
apareciera McLuhan y le pusiera en su sitio". Y, de detrás de
un cartel, aparece McLuhan en persona quien rectifica cada una de las
elucubraciones que estaba vomitando su supuesto discípulo. Woody,
gestor del conocimiento ocasional, consiguió al mejor experto del
mundo en relación al tema específico que se estaba abordando en
aquel momento. Esta es una de las facetas de los gestores de
conocimiento en red de en.medi@.
Pero no sólo, como veremos en las próximas semanas
Ahora
bien, el hecho de que en.medi@
comience a funcionar con una configuración básica no quiere decir
que se trate de una red estática, sino todo lo contrario. La
participación de los usuarios, sus interacciones, más la actividad
del equipo de gestores de conocimiento en red, hace que la base de
conocimiento de la red crezca y, con ella, la propia configuración
de en.medi@,
reforzando de esta manera la consecución de los objetivos fijados en
cada caso. La propia actividad genera nuevas necesidades, plantea
nuevos interrogantes y esto se traduce en nueva ramificaciones de la
red. En algunos casos pueden ser áreas de resultados que se refieren
a una parte esencial de toda la actividad que está desarrollando en
la red: estadísticas, resúmenes, trabajos monográficos, perfiles
personales, informes de tendencias, boletines, etc. En otros, se
puede plantear incluso una especie de proceso de "mitosis",
de división de la red en otras redes según sea la evolución de los
intereses de sus participantes o de los objetivos planteados.
Lo
interesante de en.medi@
es que el diseño y desarrollo de redes inteligentes basadas en esta
tecnología no requiere que el usuario se instale en su ordenador un
nuevo programa, o que aprenda un poco más de informática, ni nada
parecido. En realidad lo único que tiene que hacer --aparte de
subscribirse a la red de su interés o promover su creación-- es
seguir haciendo lo mismo de siempre: enviar y recibir correo-e,
consultar páginas web, trabajar con buscadores propios de la red en
cuestión... y sorprenderse de los resultados. Esta es la
extraordinaria oportunidad que ofrece la organización del trabajo en
red, que no es una forma añadida de trabajar sobre lo que se hace
cada día, sino una forma diferente de hacerlo aprovechando al máximo
la potencialidad que ofrece Internet: la participación, la
interacción y el crecimiento de la base de conocimiento compartido
en redes diseñadas específicamente para tal fin.
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