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Actuar globalmente, informar localmente

Autor: Luis Ángel Fernández Hermana
16/4/1996
Fuente de la información: Revista en.red.ando
Temáticas:  Innovación  Empresa  Internet 

Editorial número 15

Cada pájaro canta su canción


El kiosko electrónico va camino de exhibir 3000 periódicos de todo el mundo. 3000 periódicos que han dado el salto al ciberespacio desde el papel, aunque, lógicamente, sin abandonar este soporte. Si ya es difícil leerse más de dos periódicos en un día, alguna que otra revista y mantenerse al tanto de lo que dice la TV y la radio, la tarea que se nos avecina es verdaderamente monumental. Ni siquiera nos queda el consuelo de la barrera del idioma para ayudarnos a hacer una criba, porque con la marcha que llevan los traductores simultáneos, dentro de nada tendremos los 3000 periódicos servidos "on line" en nuestra propia lengua.
Por suerte, por ahora, ellos mismos se encargan de ayudarnos en la selección: la vasta mayoría de medios de comunicación que se han pasado al kiosko virtual simplemente han trasladado allí su formato y contenidos desarrollados para el soporte de papel.

Poco o nada de la cultura digital ha penetrado en su oferta. Si esto ya representa en sí mismo un impedimento serio para jugar un papel acorde con el medio electrónico, ahora puede convertirse en una cuestión decisiva cuando éste comienza a estar superpoblado por una vasta oferta informativa "no tradicional", es decir, surgida de la propia actividad de los internautas en Internet.

Lo primero que llama la atención del asalto de los periódicos al espacio comunicativo electrónico es el mimetismo que guardan sus ofertas con las que llegan en papel a los lectores a primera hora de la mañana. Esto, que debería haber sido, como lo fue, el primer paso hacia el tanteo del nuevo territorio digital, parece haberse consolidado. Lo que se mostraba como la avenida principal de la sociedad de la información, repleta de luminosas promesas, ha desembocado sin embargo en un oscuro callejón.
El resultado es menos sorprendente de lo que parece. Los periódicos han llevado a Internet no sólo la estructura del medio de papel y tinta que depositan cada mañana en el kiosko, sino también sus hábitos, su organización y sus tics más acendrados. Y esto no será fácil que cambie a corto plazo, pues estamos hablando de una cultura empresarial y editorial consolidada a lo largo de décadas. El gran paso que ha supuesto admitir que la comunicación digital está destinada a desempeñar un papel crucial en el futuro de estas empresas, no ha venido acompañado de la reflexión necesaria para adaptarse a ella.

La ventaja de un periódico en Internet es que el lector sabe desde el principio donde se encuentra cada cosa y cómo encontrarla. Con la familiaridad de un libro de consulta, navega de memoria desde la sección de deportes, a política internacional, TV o la página de opinión. A partir de ahí, el medio permanece tan hermético como cuando lo adquiere en soporte de papel. Quizá se le permita enviar alguna carta electrónica, que le será respondida de manera educada. Pero poca cosa más. La interactividad, la esencia de la cultura de la comunicación "on line", es una palabra lejana y simpática para la redacción.

El poder sobre los contenidos informativos permanece encerrado en el arca del consejo editorial, cuya llave sólo poseen uno pocos escogidos. Frente a ellos, las redes revolucionan constantemente esta estructura y atraen hacia los nuevos medios informativos una legión de individuos a los que ya no se les puede llamar lectores, porque ellos integran con su propia participación el complejo proceso de elaboración de los contenidos informativos que se difunden a través de la Red.

La información digital difiere radicalmnte de la ofrecida por cualquier otro medio. Nunca, como ahora en Internet (o, más preciamente, en los sistemas de distribución de información entre ordenadores de manera interactiva), ha gozado el individuo de tal grado de participación en el movimiento de la información y la opinión. Y nunca ha adquirido un sentido tal de propiedad e interés por el desarrollo del medio.

Los periódicos se encuentran ahora ante una disyuntiva insoslayable: si el medio electrónico representa una extensión natural de sus actividades y una plataforma de continuidad de sus actividades en el futuro, no tendrán más remedio que ceder la cuota de poder que el propio medio digital exige. La redacción, como cualquier hijo de vecino digital, no tendrá más remedio que aplicar su experiencia y su competencia profesional para establecer, en el terreno global del ciberespacio, las relaciones informativas locales que exijan los lectores a través de un debate y una discusión permanente con estos.

A cada periodista le llegará la hora de convertirse en un cibernauta. Y a cada medio le llegará la hora de organizar la forma como la redacción establece relaciones con el ciberespacio. Los periódicos que no den este primer salto y se contenten con trasladar su oferta de papel a la de bits, sustraen al lector lo mejor de un diario y lo someten al rigor de lo peor del medio electrónico.
Los profesionales de lo periódicos son todavía los mejor situados para analizar e interpretar las noticias, pero en el entorno electrónico éstas no pueden ser tratadas como salchichas que se fabrican en cadena. La promesa de que la aportación insoslayable de los medios escritos es su capacidad de interpretar y analizar la información, todavía no se ha cumplido en el ciberespacio.

El gusto por lo bien escrito, la dedicación de áreas especiales en la edición electrónica a los sectores sociales que han abandonado a los periódicos o que han crecido fuera de la cultura de papel, la dedicación de recursos profesionales al análisis e investigación constante de los temas que hoy preocupan a quienes deberían ser sus interlocutores naturales (la ciudad, la inmigración, el racismo, las nuevas culturas, etc.), sigue siendo una reividicación tan sólo satisfecha en la declaración de principios de los congresos y simposios, no en la realidad cotidiana del medio. Estos son sólo algunos de los síntomas más visibles de la distancia que aún separan a los periódicos de la cultura digital, a pesar de haber dado el trascedental paso de ingresar en su ámbito. Ahora deben reinventarse para apropiársela si quieren convertirse en actores privilegiados de la sociedad de la información.


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