Vol. II de "Historia Viva de Internet. Los años de en.red.ando (1999-2001)"
Introducción LAFH
La era de las Redes Sociales Virtuales
"Aplicamos una perspectiva tecnosocial para potenciar el desarrollo de sistemas colaborativos en red con el fin de crear y compartir conocimiento en redes de cooperación recíproca.”
Entre 1999 y 2001 ocurrieron tres hechos que, de distinta manera y con repercusiones diferentes, afectaron decisivamente a esta Historia Viva de Internet. Uno de ellos sucedió en el mundo físico: el derribo de las Torres Gemelas por un par de aviones el 11 de septiembre de 2001. La “Guerra contra el terror” que lanzó el gobierno de George W. Bush intentó trastocar, entre otras cosas y sin mucho éxito, algunas de las bien establecidas reglas de funcionamiento de Internet. En realidad, como hemos visto a lo largo de estos años de guerra en Irak y Afganistán, la Red ha jugado en algunos casos un papel crucial para dar a conocer los entresijos de esta catástrofe humana.
Previamente, Internet se había visto sacudido por el reventón de la burbuja tecnológica, que barrió del mapa a miles de empresas puntocom y se engulló los ahorros de decenas de miles de apostantes en la bolsa. Esta “gran extinción” (otra más de las tantas que han agitado al ciberespacio) coronó un periodo de contagiosa y sorprendente locura, sobre todo si tomamos en cuenta la categoría de sus principales protagonistas: gente a la que se le suponía estudios en reputados centros académicos y de negocios, con la preparación suficiente como para haber aplicado un elemental principio de cautela en los negocios. Bancos, gigantes de las telecomunicaciones, corporaciones y consorcios de todo tipo, bendecidos por las mejores escuelas de negocio del globo, se lanzaron desenfrenadamente a la compra-venta de humo por cifras sin precedentes.
La repercusión en las bolsas, sobre todo en la bolsa tecnológica donde cotizaban estas empresas, fue sísmica. Internet, al tiempo que era la diana de las apuestas bursátiles, atizaba también este fuego mediante la facilidad para comprar y vender acciones a través de la Red. Cuando el humo ocupó todo el espacio disponible y quedó claro que ahí dentro había poco o nada, la burbuja explotó. Los nombres de proyectos que se reverenciaban en aquellos años y se tomaban como ejemplos acabados del nuevo paradigma del ciberespacio, hoy no los recuerdan ni quienes los crearon. Alimento para el agujero negro digital.
A un nivel más cercano a nuestra historia, en esos años Enredando.com puso en marcha las primeras redes sociales modernas en Internet. Redes de conocimiento, como las llamábamos entonces, porque eran construcciones virtuales organizadas para generar y gestionar conocimiento en red, es decir, tenían un objetivo que determinaba los rasgos y las demandas de sus miembros, contaban con una metodología de trabajo elaborada para la consecución de dichos fines y que aplicaba un equipo entrenado para trabajar y gestionar redes de este tipo, y perseguía obtener resultados concretos, tangibles: conocimiento en un área específica, metodologías, elaboración y/o ejecución de proyectos, reorganización social de líneas de negocio o de actividades ya fuera en empresas, entre empresas, en colectivos o en instituciones, aprendizaje en red de nuevas competencias y saberes, etc.
Estas redes suponían la creación de estructuras virtuales para intervenir en el contexto global que, a su vez, lo modificaban y dotaba de nuevas competencias a los agentes que en él intervenían a través de dichas redes. No sólo se actuaba en la Red y se aprovechaban sus recursos para alcanzar los objetivos fijados, sino que, a la vez, se aprendía a intervenir en los infosistemas virtuales para experimentar nuevas formas de organizarse y trabajar en red. Se trataba de experiencias, por tanto, que creaban Red y ampliaban su esfera de influencia.
¿Por qué comenzó a trabajar Enredando.com en la construcción y desarrollo de redes sociales virtuales? Tras tres años de presencia continua e ininterrumpida en Internet, la revista electrónica en.red.ando había conseguido una buena legión de seguidores. Su contenido se distribuía semanalmente por correo electrónico entre una cifra de suscriptores de tres continentes que iba en constante aumento. Por otra parte, la mayoría de sus temas no eran abordados como meros reportajes periodísticos, sino que estaban elaborados o avalados por los propios protagonistas. Esto hizo que la revista atrajera paulatinamente una cantidad considerable de consultas, muchas de ellas de una complejidad y diversidad tal que ni inventando en aquel entonces la wikipedia habríamos resuelto los dilemas que se nos planteaban. Aplicamos entonces la larga experiencia extraída de muchos de los sistemas por los que habíamos pululado en Internet o en cuyo diseño de algunos habíamos intervenido directamente, en particular de comunidades virtuales: si tienes una pregunta, hazla en un entorno donde haya gente preparada para abordar colectiva y sistemáticamente la búsqueda de la respuesta. Por tanto, la pregunta (o preguntas, en otras palabras, los objetivos), los interesados en trabajarla, la metodología para disponer de recursos y procesos que permitieran encontrar respuestas, las personas capaces de gestionar un entorno complejo como éste, la plataforma tecnológica donde tanto los intercambios como los resultados o la síntesis de estos tenían que organizarse de manera abierta y transparente, continua y sostenible, todo esto se convirtió en la materia prima que nos permitió conceptualizar las redes sociales virtuales de conocimiento (RSVC). En aquella época, el paraíso virtual era una verdadera factoría de entidades de todo tipo a la espera de que alguien les pusiera nombre (como, por ejemplo, sucedió con la Web 2.0 en 2004). No se hablaba entonces de redes sociales, ni de nada parecido. De hecho, la revista científica estadounidense Science había publicado un reportaje que mencionaba estas estructuras en Internet, pero sin acercarse a la complejidad de su construcción, sino tan sólo refiriéndose a la creciente tendencia hacia el agrupamiento en red para compartir información, un tipo de experiencia, por otro lado, que ya llevaba dos buenas y largas décadas de funcionamiento. Nosotros bautizamos con el nombre de en.medi@ a lo que denominábamos una tecnología conceptual que nos permitía estructurar las redes de conocimiento y organizarlas y gestionarlas en función de sus objetivos. El término en.medi@ nos parecía que capturaba de manera simple y elegante lo que era dicha tecnología: un medio virtual que se situaba entre una comunidad que trataba de hallar respuestas a preguntas concretas y una metodología que le permitía encontrar dichas respuestas gracias al trabajo colaborativo en red. La primera de estas redes, el primer en.medi@, la pusimos en funcionamiento en febrero de 1999 (véase editorial Editorial: 154 de 9/2/1999, titulado “ en.red.ando responde”) con el objetivo de debatir y desentrañar el nuevo paisaje creado por el periodismo digital, los nuevos medios de comunicación, las empresas emergentes en este sector y la problemática de los medios de comunicación tradicionales. La media de miembros de esta red se mantuvo durante cinco años en unas 1.800 personas sobre todo de España y América Latina, aunque también había algunos “desplazados” de EEUU y Japón. Era una “fábrica de conocimiento” bien nutrida.
La puesta en marcha de esta red supuso una deriva fundamental en la orientación de la empresa. De centrarse en la producción de la revista electrónica en.red.ando, comenzó a partir de entonces a destinar recursos para elaborar la conceptualización, metodología, formación, estructuras virtuales y organizativas de la generación y gestión de información y conocimiento en red. Y la revista comenzó a actuar como su laboratorio de I+D, desde donde se detectaban tendencias, se experimentaba con nuevas formas de asociarse en red y se contrastaban y debatían experiencias diferentes que apuntaban hacia objetivos similares. En poco tiempo, Enredando.com puso en marcha varias de estas redes sociales virtuales de conocimiento.
Algunas de ellas prestaron un servicio que ni siquiera hoy ha sido todavía evaluado en toda su magnitud, como sucedió, por ejemplo, con Locomotora, el nombre de la red social que promovió la Fundación Tecnocampus-Mataró y que concibió, desarrolló y gestionó la empresa. Locomotora consiguió, en apenas un año, que se acordaran políticas de ciudad de conocimiento -todavía vigentes - para revertir el proceso de decadencia causado por el cambio de modelo económico global que estaba afectando a la economía y la organización social de la ciudad (véase el Editorial: 289 del 16/10/2001, titulado “La ciudad del conocimiento”). En los años siguientes, Enredando.com se convirtió en una empresa especializada en RSVC y en sistemas de generación y gestión de conocimiento en red, que aplicó a sus proyectos de aprendizaje en red, como las tres ediciones de nueve meses cada una del Máster en Comunicación Digital, que acreditaron las universidades de las Islas Baleares y de Vic, así como a otros proyectos propios o ajenos de diferente tipo, tanto para entidades públicas, como la red Xarxaires para la Diputación de Barcelona cuyo objetivo era definir políticas para los Jóvenes y TIC, como para empresas, como en el caso de la financiera HipotecaGratis.com donde integramos a analistas y consultores en una comunidad virtual de aprendizaje y negocio con notables resultados en la cuenta de explotación.
Como parte de este proceso, en los años 2000 y 2001 Enredando.com celebró en Barcelona sendas Jornada en.red.ando, en las que participaron investigadores y desarrolladores de los sistemas de gestión de la información más avanzados de aquellos años. La mayoría procedía de EEUU y en esas dos jornadas nos mostraron dispositivos (es difícil encapsularlos en el término “aplicaciones”, “herramientas” o conceptos de este tipo) que, por ejemplo, desplegaban en una sola página mapas reconfigurables o árboles hiperbólicos que contenían toda la información de un año de la CNN, o el informe completo del fiscal Ken Starr sobre el “asunto Lewinsky”, o todo el contenido del buscador Yahoo. Todo en una página a través de mapas que en unos casos eran topográficos, o en otros mostraban galaxias que se desdoblaban en nebulosas, estrellas y planetas que eran los contenedores de la información. Navegar por estos volúmenes ingentes de información era de una sencillez, pulcritud y precisión sorprendentes. La información buscada parecía que estaba siempre aguardando en la punta de los dedos para mostrarse.
Por otra parte, pudimos examinar y valorar los primeros resultados de las investigaciones sobre la web inteligente de la mano de sus promotores. Web semántica, web inteligente y agentes inteligentes proyectaron los mimbres de un futuro de Internet que ha resultado mucho más complejo e intrincado de lo que se pensó en un primer momento, pero cuyo un potencial recién ahora comienza a despuntar. De todas maneras, tan potentes y contundentes eran los sistemas que se mostraron en las Jornada en.red.ando, que algunas de aquellas empresas fueron compradas por grandes corporaciones y de ellas nunca más se supo. El agujero negro digital tiene fauces muy diferentes y para propósitos a veces inescrutables... Pero en esta recopilación de los editoriales de en.red.ando queda al menos el testimonio de su existencia y de sus logros.
Luis Ángel Fernández Hermana Fundador y Director de Enredando.com (1996-2004). lafh/@/lafh.info
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