Prólogo
A
manera de umbral
José
Antonio Millán
Era
1996, y (para situarnos) en ese año Aznar ganaría las elecciones.
Por aquel entonces los bitios circulaban más en pesados contenedores
materiales que libremente por las redes: en las librerías se vendía
más un libro en CD-ROM que su equivalente en papel; era el
Diccionario
de la Real Academia. Internet parecía aún un sitio lejano: en
España muchos accedíamos al email a través de un nodo de
Compuserve, y la gran novedad fue cuando esta empresa nos dio acceso
a la Web.
En
1996 ninguna institución oficial española tenía página web. Había
sólo un millón de teléfonos móviles. Faltaban dos años para que
se creara Google, cinco años para que apareciera la Wikipedia, ocho
años para que se lanzara Facebook, diez años para que apareciera
Twitter, once años para que naciera el iPhone... ¿Qué demonios
hacía mientras tanto la gente en la Red?
Por
ejemplo, pensar.
Estos
primeros editoriales de en.red.ando
nos llegaban en
una situación que la infoopulencia posterior nos ha hecho olvidar.
Para muchos, era todavía el espacio de los monitores de fósforo
verde, de los modems conectados al teléfono, de las traqueteantes
impresoras en papel continuo...
Pero
en ese momento una publicación periódica escrita en español pasaba
revista a cosas que estaban
ocurriendo en entornos que no podíamos ni soñar (paisajes de
inigualable riqueza informacional) y se permitía analizar, soñar,
discutir, prácticamente al pie de lo que iba pasando. ¿Qué habría
ocurrido si se hubiera escrito en inglés? El pequeño drama de los
actores que intervienen en tecnología (¡y en ciencia!) desde el
español y otras lenguas no-hegemónicas es que son eficaces
transvasadores a su territorio de polémicas y debates que tienen
lugar en el Centro, pero no pueden influir en sentido contrario.
¿De
qué hablaba en.red.ando
en sus tres primeros años? Prácticamente de todo. El primer
editorial recoge el despegue de la WWW multilingüe (la traducción
automática es de
esos temas perennes, primero de la informática y luego de Internet,
desde hace décadas) y el último de 1998 habla de la "saturación
de información" y los medios para solucionarla (otro tema
permanente, como se ve).
Entre
medias: todo un conjunto de cosas. Como Fernández Hermana ha escrito
siempre de lo que le apetecía (y ha hecho bien) afloran muchas
cuestiones. Una de los que va recorriendo los editoriales es el lento
despegue de lo que entonces se llamaba la "sociedad de la
información" en España, entre monopolios de acceso, tarifas
gravosas y agravios comparativos con otros países. Y en paralelo, la
lenta reacción del gobierno a una realidad que no acababa de
entender. Pensándolo bien: tampoco nada tan diferente de lo que pasa
ahora...
No
creo que haya otra fuente tan completa como estos editoriales para
asomarnos a los procesos y tensiones que acabaron configurando la Red
tal y como es hoy. Por cierto: la situación actual, impulsada por
las operadoras, de ciudadanos bulímicos de ancho de banda por la que
consumir más y mejor (y subir videos de los amigos) demuestra que no
todas las utopías que prometían la Red se han cumplido, o bien que
las promesas de un universo de conocimiento que se dibujaban hace
quince años coexisten con realidades más vulgares.
Eso
en las redes, igual que en el mundo real.
Resulta
a un tiempo curioso y satisfactorio que estos textos digitales
nativos vayan a posarse en el papel (una parte de ellos ya lo
hicieron, tan pronto como en 1998). Lo mucho que publicó el sitio
enredando.com
está aún disponible en la red. Pero quizás en unas décadas sean
únicamente algunos ejemplares de este libro los que puedan dar fe de
cómo estaban las cosas allá por los confines del siglo XX.
José
Antonio Millán
http://jamillan.com
Vol. I de HVI:
Introducción de LAFH