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El tsunami del cine digital

Autor: Luis Ángel Fernández Hermana
16/3/2008 - 23/3/2008
Organizador:  La Vanguardia, Suplemento Dinero
Temáticas:  Internet  Tecnología 
Artículo publicado en el Suplemento Dinero del periódico
La Vanguardia
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Primero fueron las imágenes y los gráficos, después la música y el cine que habíamos visto en vídeo o en DVD. Ahora le toca al cine de verdad, al cine en alta definición y con diferentes capas de lectura, como si fuera una cebolla construida por historias, imágenes, referencias en vivo y en directo, tan en vivo que es como si se tocaran las cosas y se las utilizara como uno lo haría en el mundo físico. Porque este cine que viene se transmite por Internet y, curiosamente, ha superado de lejos a lo que habían pronosticado los más agudos visionarios, como Francis Ford Coppola, por ejemplo, hace tan sólo un par décadas. No es sorprendente, pues, la inquietud con que la industria cinematográfica está recibiendo estas noticias.

El cine de alta definición por Internet requiere redes mucho mas consistentes, estables y potentes que las que disponemos ahora. En otras palabras, la Internet de nueva Generación. Y hacia ella vamos en volandas precisamente gracias al cine digital. Por eso, muchos de los ensayos que se hace con este tipo de cine tienen como marco los laboratorios tecnológicos más avanzados del mundo, todos ellos situados en EEUU, Europa y Japón. Hace dos meses, se hicieron experimentos en las redes de alta capacidad de California, promovidos por sendos laboratorios, uno privado de ese estado y otro universitario de Chicago. Entonces se acordaron los protocolos básicos de lo que se considera que será el cine por la Red, que ha sido bautizado como CineGrid, por el nombre del primer consorcio de cine digital por la Internet de nueva generación.

En España, la Fundación i2cat de la UPC es la única por ahora que ha recogido el guante y está preparando demostraciones de imágenes en 4K, uno de los nuevos estándares aprobados. TV3 ha adoptado un paso intermedio como es el de enviar la señal de TV por redes IP (Internet) en banda ancha y multicast (el usuario puede escoger diferentes bandas sonoras). En Europa hay un tripartito distribuido entre los holandeses de Cinegrid.nl, los checos de CESNET o los suecos de KTH. Además, Vuze ya ofrece algo en Internet que se asemeja a la alta definición por la red, aunque su propuesta es todavía farragosa y muy incipiente.

La industria cinematográfica de Hollywood, vecina al experimento realizado en California, no acudió a la cita, pero dejó sentir su opinión. En pocas palabras, no participaba de lo que ya considera como una intolerable competencia de inusitadas posibilidades. Sin embargo, la cuestión ahora no reside tan sólo en la reproducción del cine que hemos visto hasta ahora, sino que estamos en los albores de toda una nueva industria y, sobre todo, de una explosión en el mundo de las artes, la educación, el entretenimiento y la ciencia.

Cuando toda esta tecnología abandone el cascarón, estaremos ante uno de esos acontecimientos a que nos ha acostumbrado Internet: al principio, un desarrollo pausado conducido por los primeros alfabetizados en la nueva tecnología y, después, cada vez más rápidamente, una apropiación masiva de ésta que generará en un pestañeo industrias y empresas que no estaban en los libros y pondrán en movimiento impetuosos mercados emergentes. Esta es el modelo que comienza a repetirse en el caso del CineGrid. Dan Sandin, quien desarrolló unos de los laboratorios de realidad virtual más avanzados hasta hoy, con los míticos productos “The Cave” y “The Cavern”, está ahora impulsando la iniciativa de su Universidad de Chicago en el campo del cinema digital. En la otra punta del país, en Oakland, Laurin Herr es quien dirige Pacific-interface, la compañía líder en el sector.

Los excelentes resultados de las experiencias realizadas hasta ahora han dinamizado el mercado mundial de las redes ópticas. El objetivo es tener desplegada lo más pronto posible una infraestructura global que permita producir, difundir y archivar cine digital en alta definición o imágenes en 4K y 8K (la de mayor calidad audiovisual posible en estos momentos). En esta fase, ya se ha construido un circuito que enlaza a miembros de CineGrid en varias ciudades de San Francisco, Seattle, Chicago y Tokio para que realicen las primeras experiencias no comerciales.

El CineGrid permite no sólo la transmisión de vídeo de alta definición por la Red, sino que abre multitud de campos de experimentación en el arte, las ciencias, la propia tecnología, la medicina, la educación, el entretenimiento, o, directamente, la producción doméstica. La riqueza tecnológica de este cine permite superponer capas de imágenes, enlazarlas con otras imágenes que o se encuentran en el mismo producto o están almacenadas en distintas partes de la red, generar imágenes en estereoscopía y tratarlas con las tradicionales herramientas del cortar y pegar. Y ya hay experiencias de trabajo colectivo con herramientas virtuales en red para producir imágenes. Es decir, el cine como metacine.

Nadie sabe cómo se comportará la industria cinematográfica ante este nuevo desafío. Tras haber perdido definitivamente el tren de la innovación (los efectos especiales han sido su última parada) y no haber adaptado su modelo de negocio a los cambios que se han registrado en menos de 10 años, su organigrama de funcionamiento se sigue dando de bruces contra el que promueve Internet. A la centralización y el control férreo de la producción y el producto, los usuarios apuestan en Internet por la dispersión, el eclecticismo, la experimentación constante y la incursión en áreas en las que jamás se habrían atrevido a soñar que un día les pertenecería, como el de la creación artística o la investigación científica –por citar un par de ejemplos- a través de nuevos formatos de producción audiovisual. A medida que los usuarios han dispuesto de herramientas más potentes, estos rasgos se han acentuado. Y, ahora, el temor en la industria tradicional del cine es que la nueva vuelta tuerca que supondrá el CineGrid los deje definitivamente en fuera de juego ante la aparición de nuevas formas de entretenimiento audiovisual y finalmente quede como la celosa guardiana del pasado.

Laurin Herr asegura que el nuevo cinema digital creará un tsunami en el mundo del cine y las artes y agitará “las fuerzas dormidas de este mercado”, en una crítica velada al actual inmovilismo de la industria cinematográfica. Lo que está claro es que, suene lo que suene, la Red se sigue mostrando como un sorprendente instrumento de innovación y colonización digital de nuevos y viejos territorios. Y los actores tradicionales del mercado, acostumbrados a un ritmo donde ellos llevaban la voz cantante, no consiguen encontrarse el paso ante estos cambios.
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