Editorial número 79
(Cuarto artículo de siete sobre el impacto de las telecomunicaciones en los países en desarrollo.)
Teléfono rico, teléfono pobre (17-6-1997) Redes sostenibles (24-6-1997) De cumbres y valles (1-7-1997) Ponga un vigilante en su compañía telefónica (15-7-1997) El legado del apartheid (2-9-1997) El salto de la rana (9-9-1997)
La conciencia incluye ingredientes no computables (Roger Penrose)
Aunque los beneficios de las telecomunicaciones son hoy evidentes para
todos los países, los de bajos ingresos se encuentran atrapados por el
dilema de invertir en este sector o en otras prioridades, como salud,
alimentación y educación. No obstante, crear y mejorar las
infraestructuras de telecomunicación es un apartado al cual se le dedica
cada vez una mayor devoción e inversión. China planea invertir en la
próxima década 100.000 millones de dólares en equipos de telecomunicación,
lo cual supone un incremento del 40% anual de los fondos destinados a este
rubro. Según las autoridades chinas, su mayor preocupación serán las áreas
rurales, un privilegio que se puede permitir la mezcla de libertad
económica y dictadura política que ejerce su gobierno. No correrán la misma
suerte otros países de la Región Asia-Pacífico, cuyas economías están
abiertas a la libre competencia de las operadoras internacionales. En
estos, la crema del negocio se encuentra en los grandes centros urbanos y,
específicamente, en los paraísos financieros. La tensión entre las
necesidades particulares de cada uno de los países y la previsible
concentración de la inversión extranjera en los sectores más rentables ya
está creando fuertes tensiones que, a su vez, se están traduciendo en un
amplísimo abanico de fórmulas para explotar el ingreso de estas sociedades
en lo que se ha dado en llamar el "infolítico".
China e India tienen una población conjunta de más de dos mil millones de
personas. Pero menos de dos en cada 100 habitantes tienen línea telefónica
(una tasa de teledensidad de 2). La tasa de EEUU es de 57 y la Suecia 68.
Si las previsiones inversoras chinas se cumplen, su tasa llegaría a 25, un
salto fenomenal que prácticamente ningún otro país en desarrollo dará
durante la próxima década. El gobierno de Pekín maneja un estudio,
frecuentemente citado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones,
según el cual por cada 12 millones de dólares invertidos en
telecomunicaciones, el ingreso nacional se incrementa en 160 millones de
dólares en un período de 10 años. La condición es que esa inversión cubra
un amplio espectro de la economía, un punto en el que están de acuerdo
todos los países en desarrollo. Y las razones son obvias:
1.- La agricultura depende de estar al tanto de los precios y del movimiento
de bienes y servicios en los momentos adecuados. España es un claro caso de
ello. El éxito de la agricultura intensiva en Andalucía, en particular en
zonas como el Ejido (Almería) o Lepe (Huelva), ha dependido tanto de la
aplicación de ciertas técnicas agrícolas (invernadero, gota a gota) como de
unas buenas telecomunicaciones. Los agricultores, en permanente contacto
con las bolsas de productos agrícolas, han sabido siempre en qué momento
debían enviar sus cosechas al mercado europeo para aprovechar los mejores
precios. Un trabajo publicado por la UIT sobre el impacto de las
comunicaciones telefónicas introducidas por primera vez en algunas zonas
rurales de Sri Lanka, estimaba que los agricultores incrementaron sus
ganancias en un 50% al poder averiguar cuándo los precios les eran más
favorables para distribuir sus productos y escoger los suministradores,
mientras que antes vivían bajo la égida del caciquismo.
2.- La educación y la investigación. A través del correo electrónico o de
telecomunicaciones de bajo coste, universidades y centros de investigación
pueden mantenerse al tanto de la literatura científica internacional y de
las líneas de trabajo que se llevan a cabo en otras partes del mundo. Hasta
puede ser que las ya famosas bibliotecas electrónicas de Bill Gates tengan
su impacto sobre la educación en los países de bajos ingresos, aunque para
evaluarlo haría falta saber antes qué tipo de comunicaciones serían
necesarias para acceder a estos futuros archivos digitales dignos de la
fantasía borgiana. La Universidad de West Indies (Jamaica) mantiene
seminarios en 14 países del caribe a través de Internet, lo cual ha
reducido los costos de la enseñanza de 11.000 dólares diarios en el "modo"
presencial a 1.000 dólares en el de universidad abierta.
3.- Salud. Las telecomunicaciones pueden dar un vuelco espectacular a la
política de salud pública de los países en desarrollo. Desde el "médico
descalzo" de los años 60 y 70 preconizado por la OMS, al telecomunicado de
los 90 y el 2000, la diferencia estriba en tener acceso a bancos de datos
para elaborar diagnósticos, recabar ayuda específica, reducir los costos en
cuestiones administrativas, que en muchos países africanos supera al 50% de
la atención sanitaria propiamente dicha simplemente por la falta de
comunicaciones.
4.- Los medios de comunicación online pueden diseminar mucha más información
de la que ahora llega al conjunto de la población debido a los problemas
lógicos de los costos de papel e impresión, distribución, etc. Esta ya es
una experiencia real a través de los servicios de información de numerosas
ONG, las cuales son capaces de emitir mucha más información útil y a un
segmento de población mayor que les medios tradicionales mediante la
utilización de conferencias electrónicas distribuidas por correo
electrónico. Estos sistemas, además, permiten una descentralización del
conocimiento y dinamitan la idea de que sólo en las megaciudades se tiene
acceso a la información necesaria para participar en los mercados
emergentes.
5.- Finalmente, a través de Internet o de
sistemas de telecomunicación locales, las PYMES (pequeñas y medianas
empresas) se integran en mercados
que crean ellas mismas por su concurrencia en el ciberespacio y se
abren,
de paso, a transacciones directas a escala global través de lonjas
electrónicas donde entran en contacto el productor y el consumidor, la
oferta y la demanda. La propia UIT menciona el ejemplo de Ghana, donde
las
pequeñas compañías emplean el 50% de su tiempo buscando bienes y
órdenes de
compra en persona por carecer de teléfono, fax y, por supuesto, correo
electrónico.
El desafío para aprovechar estos recursos, hoy tan importantes como los
recursos naturales, es, empero, fenomenal. Según la UIT, para crear y
mantener las infraestructura de telecomunicaciones de acuerdo a las tasas
previsibles de crecimiento en los próximos años será necesario invertir el
40% de los ingresos que se generan por estos servicios. Este ha sido un
déficit crónico en los países en desarrollo y es la puerta por donde las
grandes compañías de los países ricos están entrando. Sólo en 1994, las 50
corporaciones de telecomunicaciones más grandes obtuvieron 35.000 millones
de dólares de beneficios. Es decir, disponen de alguna que otra "reservita"
guardada en la caja fuerte para acudir a los otros países a imponer su ley.
La cuestión estriba en dilucidar dónde se colocará el punto de equilibrio
entre las necesidades sociales de los países en desarrollo y la búsqueda de
la rentabilidad de las inversiones que se están proyectando. Si es que es
punto de equilibrio llegara a existir.
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