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El imperialismo informativo
Autor: Luis Ángel Fernández Hermana 10/12/1996 Fuente de la información: Revista en.red.ando Temáticas:
Internet
Historia red
Periodismo digital
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Editorial número 49
(Respuesta a Quim Gil. Primera parte) Segunda parte: Los genes de EE.UU
La corriente silenciosa es la más peligrosa
La lista de discusión del Grup de Periodistes Digitals ha subido de
temperatura con la justa reclamación de Quim Gil de que nadie parece
interesado en debatir su punto de vista, expuesto en el artículo "Xarxaires
enxarxats" que se distribuyó como Comunicat 25 el 12 de noviembre de 1996. A mí me hubiera
gustado responderle inmediatamente, pero estaba liado con la serie de
artículos sobre Periodismo Digital y, al finalizar los dos congresos que
nos ocuparon en Barcelona a finales de noviembre, surgió lo del tricornio
digital y me retrasó la respuesta aún más. Pero aquí está. Quiero hacer la
salvedad de que, a través de la lista, le he pedido a Quim que aclare unos
cuantos conceptos que no entiendo y que, por supuesto, no abordaré aquí
para no adelantar respuestas superficiales o basadas en suposiciones mías y
no en lo que él ha querido realmente decir.
Por otra parte, quiero recordarle a él y a quienes se toman la molestia de
leer estas entregas semanales, que en.red.ando es sobre todo un punto de
debate y de reflexión. Muchas de las propuestas avanzadas o cuestionadas
por el amigo Gil las he discutido aquí varias veces a lo largo de este año,
desde la formación de empresas a la cuestión de la lengua, no digamos ya lo
referente a quiénes son (o serán) los periodistas digitales. A principios
de año dí una conferencia para VallesNet junto con Artur Serra que se
titulaba "¿Habrá periodistas en la Sociedad de la Información?". Este ha
sido el tema recurrente de otras intervenciones en Salamanca, Madrid,
Valencia, Sevilla, Pamplona, Bilbao, Cádiz y en diferentes puntos de
Cataluña y que, finalmente, desembocó en la ponencia del Congreso de
Periodistas Catalanes a finales de noviembre. Tanto en lo escrito, como en
lo dicho en esa ponencia, están respondidas muchas de las cuestiones más
importantes que plantea Quim. Sucede que los debates no siempre comienzan
cuando uno le avisa al otro que le va a contestar. No se lo digo a Quim con
ningún rintintín, pero las discusiones no fueron inventadas por los
"newsgroups", ni su metodología descubierta en estos foros. Las cosas son
más fluidas y hay que saber ver cómo discurre el río para escoger el
momento en que, como diría Heráclito, uno mete la mano en la corriente para
intentar detener su curso aunque sea durante una fracción de segundo.
De todas maneras, le anuncio a Quim que le voy a contestar algunos de sus
puntos de vista en dos entregas (de lo contrario, mi traductora semanal me
mataría, quien, además de sufrirme los atrasos, vive conmigo, lo cual no
facilita las cosas aunque le pague su trabajo) y, de paso, me voy a evitar
el farragoso trabajo de elaborar una lista de referencias a cada uno de los
temas con vínculos a los en.red.ando pertinentes.
Quim escribe un largo artículo sobre la profesión periodística e Internet
cuyo nudo son una serie de preguntas (uso la grafía "..." cuando cito
textualmente sus frases):
Quim llega a la conclusión de que se puede responder afirmativamente al
punto 5 y al 6, para lo cual deduce que entonces lógicamente habría que
trabajar en castellano, pero en el camino pone la voluntad encima de la
mesa y se olvida de la historia que él mismo cuenta.
No me queda muy claro qué es ser el eje de la comunicación (no me siento
parte de una comunidad humana que lo sea o lo haya sido en el terreno en el
que estamos hablando; aunque, eso sí, he tragado y manejado mucho cine, TV,
literatura y poderosos recursos comunicativos ajenos. Pero mi comunidad,
aquella a la pertenezco en el sentido estrecho en que está formulada la
primera pregunta, ya sea vista desde la lengua, o desde el territorio
geográfico, social o empresarial, no tiene ni ha tenido la experiencia
histórica de haber sido nunca eje de la comunicación desde la revolución
industrial) y menos la idea de la comunicación electrónica mundial. Ya es
una tarea ardua convertir a Cataluña en un eje de su propia comunicación,
y el matiz no es menor. No entiendo por qué el acento no está colocado ahí.
Sobre todo cuando Quim asegura que tenemos "una apreciable influencia sobre
la comunidad hispanoparlante, somos miembros de la Unión Europea y se nos
reconoce un papel neutral en el heterogéneo Mediterráneo". Menos lo de la
UE, lo otro es discutible. Muy discutible. No creo que él haya tenido
acceso a estudios serios que lo demuestren (al menos no los menciona).
Pero, sobre todo, si Internet lo que nos va a permitir es ejercer esta
apreciable influencia en esas comunidades, me sigo preguntando ¿quién la va
a ejercer en Catalunya? Me parece que el primer objetivo debe ser
establecer la vías de comunicación interactiva en nuestro propio ámbito,
crear contenidos entre nosotros, montar las empresas necesarias para
llevarlo a cabo, tejer la urdimbre que nos coloque en los umbrales de la
sociedad de la información con ciertos objetivos claros que, en principio,
y por principio, deberían iluminar este camino: la equidad en el acceso a
las redes independientemente de la posición social ("derecho a la
interacción"), la generación de una economía controlada por sus propios
actores, el diseño de plazas de corretaje donde la demanda y la oferta de
productos y servicios se satisfagan mutuamente, la multiplicación de
semilleros de comunicación de nuestro propio entramado social a todos los
niveles, públicos, privados e individuales, además de un larguísimo
etcétera. Cada uno decidirá si estas intervenciones en la Red las quiere
hacer en castellano, catalán, euskera o esperanto con argot del Pirineo.
Eso depende de la proyección que le quiera dar a su trabajo y dentro de qué
marco lo quiera desarrollar. Si lo que Quim pretende defender es que
debemos trabajar en nuestras lenguas y convertirlas en un recurso
industrial dentro de Internet, estoy totalmente de acuerdo. Debemos actuar
en la Red a partir de nuestras propias peculiaridades, y esa será la visión
que daremos al mundo de nuestro mundo. Y si los otros hacen lo mismo, cada
vez tendremos una visión más completa y cercana de ese mundo. E
interactuaremos a partir de esas visiones. Pero eso no se consigue
necesariamente por utilizar un idioma en concreto, sino por lo que se dice
en ese idioma. Y aquí parece estar la madre del cordero.
Porque lo que planteas, Quim, es exactamente lo que dices que no es:
"Gracias a Internet podemos pensar en el continente americano como una
parte básica de la audiencia de nuestros medios, desde la Patagonia hasta
las ciudades norteamericanas con altos índices de hispanoparlantes. Pero,
ojo, no se trata de plantear un imperialismo informativo alternativo al que
han intentado de implantar las agencias norteamericanas a lo largo de
décadas" "¿Qué podemos ofrecer a la América hispana? Pues una visión del
mundo de primera mano, obtenida con redes propias de corresponsales, con
profesionalidad y con criterios diferentes en muchos casos a los de los
corresponsales norteamericanos. Podemos ofrecer también formación
periodística, técnica y empresarial, y una bidireccionalidad en los flujos
de información que permita a los ciudadanos de la Unión Europea estar mejor
informados de la actualidad hispanoamericana". ¿Cómo que esto no es
imperialismo informativo? ¿Quiénes somos nosotros para decir que nuestra
visión del mundo es de primera mano (quiénes son los americanos para
decirlo)? ¿De qué visión y de qué mundo hablamos? ¿Estamos defendiendo
acaso que Internet se convierta otra vez en el periscopio de grupitos o
grupazos de empresas periodísticas que dan la versión buena y correcta de
los acontecimientos que nos afectan?. Yo creía que estábamos trabajando en
un sistema digital descentralizado, desjerarquizado, en el que los análisis
e interpretaciones de lo que en este nuevo medio se convierta en "noticia"
remiten a muchos otros lugares, estableciendo un proceso de comunicación
participativo que involucra a los propios protagonistas y no un resultado
definitivo: si lo hay, entonces tienes razón, ese sería el que llamas
"visión de primera mano del mundo". Quim, esto no es una frase hecha ni
dicha con sorna, pero el mundo en que nos toca vivir es mucho más complejo.
Y esto te lo digo poniendo todos los galones que sean necesarios sobre la
mesa: son los individuos de una cierta experiencia —que muchos llaman
edad— quienes tienen la necesaria e imprescindible visión como para
encender el letrero luminoso de alerta ante argumentos de este tipo. Esa
experiencia no se adquiere ni leyendo mangas, ni escuchando música
metálica, ni con otras zarandajas por el estilo, por más importantes que
sean para la vida cotidiana de mucha gente. Procede de otras cosas, porque
la vida no empezó con Vint Cerf, ni con ArpaNet, ni mucho menos con la Web.
Perder de vista este detalle lo único que nos depara es una buena
explicación de donde salen planteamientos tan lineales y planos.
De todas maneras, voy a entrar en el terreno de la comunicación hecha por
el periodismo que tú preconizas para preguntarte: ¿conoces la industria
editorial de América Latina? ¿Has conocido personalmente alguna vez a un
periodista argentino, brasileño o mexicano? Estamos hablando de países con
una larguísima tradición periodística, salpicada de miles de
acontecimientos y ejercida a veces en condiciones tales que ni las
pesadillas más monstruosas son capaces de concebir. Muchos de estos
profesionales han estado acunados por la industria de la comunicación más
potente de habla castellana. Sus editoriales, a pesar de las reiteradas
crisis, siguen atascando los quioscos con medios de todo tipo. En
Argentina, por ejemplo, desde los años 60 hay canales de TV en casi todas
las provincias. Si hablamos de periódicos, sólo Clarín tira cada día tantos
ejemplares como los cuatro primeros de España juntos. Y aquí somos cuarenta
millones y en Argentina 30, pero con una tasa de alfabetización netamente
en favor nuestro. Por cierto, ¿por qué crees que ningún periódico de
España ha sido capaz de hacer en la Red la mitad siquiera de lo que hizo
Clarín desde el primer día? ¿Y encima les vamos a enseñar a ellos cómo se
hace periodismo del bueno, del que proporciona visiones de primera mano?
Tu argumento me recuerda una anécdota que me sucedió con un colega
argentino cuando yo trabajaba en el servicio latinoamericano de la BBC en
Londres. Un día, mientras almorzábamos, este amigo, que pertenecía al
departamento de teatro radiado, comenzó a despotricar contra el
imperialismo descarado y al mismo tiempo sibilino de la emisora; contra su
forma de transmitir a todo el continente la visión británica del mundo, ya
fuera a través de informaciones aparentemente objetivas (allí se dice
balanceadas) o de productos culturales ajenos a la idiosincrasia de las
repúblicas latinoamericanas o de las preferencias y necesidades de sus
habitantes (todo cierto). "Yo, por ejemplo," me dijo, "llevo aquí siete
años representando obras de Shakespeare, Christopher Marlowe o Charles
Dickens. ¿A quién le interesa en Latinoamérica lo que esta gente dijo hace
siglos? Nosotros tenemos otros problemas". De inmediato se puso a rememorar
con nostalgia el trabajo que hacía en el servicio exterior de Radio
Nacional de Argentina. "Transmitíamos para todo el mundo árabe. Era
fantástico, che. Cada Navidad representábamos el Martín Fierro, una obra
bárbara para la radio". ¡El Martín Fierro, en castellano, para el Golfo
Pérsico, desde Buenos Aires! Todo dicho en el mismo trago. Pero claro, como
se hacía desde un país menos potente que Gran Bretaña, no era imperialismo.
Era confraternización cultural.
Creo que debemos variar nuestro punto de mira, el primero de todos qué va a
hacer la gente con Internet. O sea, la cuestión no estriba en dilucidar
cómo lo hacemos, con quién lo hacemos y en qué lengua (todo ello muy
importante, desde luego, pero no tanto si lo definimos a partir de dudosas
idoneidades), sino qué hacemos. Qué contenidos ponemos en la Red, para qué
o quiénes, con qué formas de intervención y participación, etc. Me parece
que te has dejado llevar demasiado por los aspectos formales: creación de
empresa, inversión mínima necesaria, recuperación de jóvenes periodistas
parados, sin decir una palabra sobre qué iban a hacer, aparte de dar una
visión de las cosas desde esta orilla del Mediterráneo (cosa que se nos
supone). El debate debe comenzar a explorar todos los huecos que estamos
dejando en el camino por ir tan acelerados a hacerle la competencia a los
americanos o a los grandes poderes, que, sin duda, siguen proyectando una
larga sombra sobre la Red. Pero, en su terreno, nunca podremos con ellos.
En el nuestro, el de permitir que cada uno exprese lo que quiera y cómo
quiera según nuestras necesidades, tenemos por ahora todas las de ganar.
Ahora bien, hay que detectar esas necesidades.
Me parece que una de las primeras cosas que todos vamos a tener que
aprender del mundo digital que se nos cae encima es a convivir en un
entorno donde todo ser conectado recupera el don de la palabra (¿lo tuvo
alguna vez?) y lo puede ejercer ante la audiencia que más le interese.
Saber escuchar e interactuar a partir de lo que se dice no son dos virtudes
para cuyo cultivo yo vea que haya gente especialmente preparada por razón
de la edad o de cualquier otra variable biológica, profesional o económica.
O mucho me equivoco, o aquí estamos hablando de un tipo de aprendizaje
menos gremialista que el que tú planteas y mucho más universal. Que a fin
de cuentas, es el que de verdad enriquece a cada persona.
(La interrelación entre las preguntas 2, 3 y 6, en el próximo número de
en.red.ando)
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