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La industria del idioma
Autor: Luis Ángel Fernández Hermana 23/7/1996 Fuente de la información: Revista en.red.ando Temáticas:
Economía
Administración pública
Innovación
Empresa
Internet
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Editorial número 29
Por la boca muere el pez
El castellano ya es la segunda lengua de Internet, a pesar nuestro.
La gran fábrica de páginas web en este idioma se encuentra en EEUU.
Holanda también tiene una instalación apreciable. América Latina, en su
conjunto, mantiene un ritmo interesante de producción, aunque
seriamente mitigado por problemas de conexión que, en los últimos
meses, comienzan a resolverse. ¿Y España? España debería ser, por
muchas razones, la sede de la gran corporación del idioma castellano en
Internet. Un conglomerado de empresas dedicadas a reconvertir el idioma
en una saludable industria y, a la vez, en impulsar la industria del
idioma, que no son sinónimos. Para ello sería necesario que nuestros
empresarios —no sólo los empresarios en el sentido tradicional del
término, sino en el de quien emprende una actividad con las suficientes
ideas en la cabeza y audacia en el corazón como para llevarlas a
cabo—, pusieran su boca donde tienen la billetera, excavaran la
superficie de nuestra sociedad en busca de la imaginación necesaria
(que existe en abundancia) y pusieran los cuartos al servicio de
desarrollar contenidos en castellano en Internet. Tenemos ejemplos de
que esta es una senda fructífera y, a la vez, promisoria en cuanto
industria de futuro: ahí tenemos el de los amigos Partal y Maresma que han convertido a VilaWeb
en una referencia ineludible de los recursos en catalán o dedicados a
Catalunya que existen en la Red. El espacio que ellos han creado ha
madurado hasta el punto de disimular las enormes dificultades que
supuso dar el salto de pareja bien avenida a empresa en el sector
industrial más arriesgado de la economía, sobre todo porque en aquel
entonces (hace un año) nadie se jugaba a vida por Internet.
La situación, en general, ha variado ligeramente en estos
últimos 12 meses. Abundan los proveedores de servicios de Internet en
nuestro país, aparecen empresas nuevas en la Red cada día, ya tenemos
buscadores en castellano, incluso comienzan a desarrollarse servicios
ligados a la administración pública. Pero, todavía, la gran mayoría de
estas páginas son de autopromoción. Faltan los contenidos que
transformen este impulso en una industria, que convoque a millones de
potenciales internautas porque se les ofrece no sólo información útil
(que abunda en otros soportes), sino conocimientos que sólo en Internet
se pueden elaborar y obtener con semejante facilidad y a tan bajo
precio. Todo ello en un entorno cooperativo que integre a redes
locales, reconocibles.
Pareciera que siguiéramos apegados a los viejos vicios de
la industria española: seguidista, carente de ambición y, sobre todo,
ausente de las grandes tendencias de la innovación tecnológica.
Precisamente el informe "España 1995, una interpretación de su realidad
social", recién publicado por el Centro de Estudios del Cambio Social
(CECS), hace hincapié en esta cuestión: España se encamina hacia una
sociedad de profesionales —dice el estudio—, pero los empresarios
carecen de visión de futuro a medio y largo plazo. La conclusión es que
el desarrollo económico y social no es el "adecuado", eufemismo
tecnócrata que encubre, entre otras cosas, el despilfarro histórico de
nuestros mejores recursos, en este caso léase el idioma como industria
y la creación de una poderosa industria del idioma.
Otro estudio reciente, éste de Fundesco, abunda en estos
conceptos, pero tan sólo subrraya las oportunidades sin profundizar
sobre cómo establecer el mínimo entramado común para hacer brotar la
industria de los contenidos telemáticos en castellano. Esta cojera del
análisis llama la atención sobre todo porque siendo Fundesco un
pariente consanguíneo de Telefónica y, por tanto, con línea directa con
papá-Estado, hay cosas que puede ver desde "dentro" con la suficiente
perspectiva como para plantear líneas de trabajo específicas y no sólo
descubrir que el idioma es algo muy serio en Internet.
De todas maneras, como dicen los ingleses, el mensaje ya
está escrito en el muro para quien quiera leerlo. La masa crítica para
ocupar un espacio privilegiado en el emergente mercado creado por la Red no es por ahora muy grande. Pero antes de Navidad ya estaremos
hablando de dimensiones (y, por tanto, de cuantía de recursos) mucho
mayores. Será entonces cuando descubramos que, otra vez, las empresas
extranjeras, en particular de EEUU, estarán dictando las condiciones
básicas para que el mercado se desarrolle y se encontrarán mejor
situadas para comenzar a volcar sus servicios en inglés al castellano
o, directamente, trasladar aquí todo lo que ya están haciendo para la
comunidad hispana en EEUU. Compraremos sus contenidos, desarrollados
afuera, y serán, por supuesto, gracias a su potencia de marketing,
omnipresentes y, por consiguiente, ahogarán en la cuna los intentos por
cultivar servicios más próximos, más necesarios y más útiles. Disney (o America Online,
que para el caso no son tan diferentes) nos volverá a colocar un Port
Aventura en la mitad de la Web, cuando lo que necesitamos son servicios
propios que satisfagan necesidades sociales próximas.
Ya nos llegará la hora de decidir por nosotros mismos en qué montaña rusa del ciberespacio nos montamos.
P.D.: Gracias por vuestra fiesta de cumpleaños. Leía
vuestros mensajes fascinado por las inescrutables repercusiones que la
comunicación tiene en la Red. Me habeis inyectado tanta adrenalina con
vuestros comentarios que... no os dejaré ni en las vacaciones. Pienso
adelantar los artículos para que tengais la ración semanal durante
agosto, mientras me voy a una cabaña en el Red Wood Forest (California)
a escuchar cómo crecen los sequoias. Yo ya lo he dicho muchas veces: no
se puede ser cariñoso con los periodistas, que después lo pagan con
artículos. Estais advertidos. |
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