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Entrevista a Pere Puigdomènech, Director del Instituto de Biología Molecular de Barcelona (IBMB)

Autor: Luis Ángel Fernández Hermana
27/3/2001
Fuente de la información: Revista en.red.ando
Lugar: Barcelona
Organizador:  Revista en.red.ando
Temáticas:  Ciencia  Internet  Política 
Entrevista número 33


"La ciencia debe explicarse también a través de Internet"



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Pere Puigdomènech (Barcelona, 1948) es en la actualidad profesor de Investigación, director del Instituto de Biología Molecular de Barcelona (CSIC) y miembro del Comité Científico Director de la Unión Europea.

Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Barcelona, doctor en Ciencias por la Universidad de Montpellier y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Barcelona, Puigdomènech ha investigado en diversos centros europeos, y participa en proyectos europeos de biotecnología y de cooperación con terceros países y en la red europea de secuenciación genómica de Arabidopsis, incluída en el proyecto BIOTEC de la Comunidad Europea.

Aparte de sus trabajos científicos, regularmente publica análisis y artículos de divulgación científica en revistas y periódicos internacionales y españoles incluyendo Nature, El País, La Vanguardia, etc.





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P. Usted es ahora uno de los integrantes del Comité Científico Director (CCD) de la Unión Europea. ¿Cuáles son las funciones de este organismo?

R. Desde hace un cierto tiempo, la Comisión Europea ha venido definiendo unos comités científicos sobre diferentes temas para que la asesoraran. En estos momentos hay ocho comités, que van desde los cosméticos, a las plantas, pasando por la salud pública, la alimentación, la política veterinaria, etc. El CCD los coordina y está integrado por los presidentes de cada uno de estos comités más ocho personas escogidas a nivel individual, una de las cuales soy yo. La idea de este CCD entonces es responder a las preguntas que la Comisión le haga, como ocurre actualmente con la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), o sobre muchos otros temas, como las plantas transgénicas o el impacto de teléfonos móviles. Y también el CCD tiene el cometido de elaborar informes sobre problemas que considere de alcance general para todos los países miembros, como los referidos a la denominada política de salud emergente, dentro de la cual están las nuevas enfermedades víricas, otras víricas clásicas, como la gripe que puede convertirse en una epidemia importante, o los efectos sobre la salud de algunos estilos de vida. Por ejemplo, ahora estamos prácticamente viviendo siempre en el interior de los edificios con aire reciclado: en casa, en el coche, en las oficinas. También se están analizando cuestiones relativas al bioterrorismo para ver qué tipos de conflictos pueden plantearse. Es decir, hay temas que se plantea el propio Comité y otros que proceden de la Comisión.

P. ¿Cómo se enteran los ciudadanos de los trabajos del CCD?

R. Yo soy miembro del CCD desde noviembre y esto está funcionando desde mucho antes. Pero le puedo decir lo que yo veo que ahora está funcionando. El Comité está preparando un informe sobre qué riesgo comporta la carne importada de diferentes países. Se sabe que se exportaron piensos contaminados y animales enfermos a diferentes países. Entonces la Comisión está analizando todas las exportaciones de piensos y animales, país por país, a los más de 150 países del mundo y está examinando sus sistemas de alimentación animal, de control y los riesgos resultantes. Por ejemplo, la última reunión a la que asistí se trató este último problema y se vio que, en el caso de Uruguay, prácticamente no hay riesgo, por las importaciones que hubo, por cómo son alimentados los animales, etc. Las importaciones uruguayas son consideradas de bajo riesgo.

P. ¿Cómo se llega a estas conclusiones?

R. El Comité es multidisciplinar y está integrado por comisiones especializadas. Por ejemplo, hay una sobre la EEB que cuenta con algunos de los mejores expertos en Europa. La comisión eleva un informe al CCD que lo valora y lo envía a la CE. Si ésta hace preguntas específicas, como si había algún dato nuevo sobre la posibilidad de contagio de la enfermedad a los ovinos y caprinos, se crea entonces una comisión multidisciplinar para examinar el asunto.



Se reclaman otras respuestas

P. ¿Como ve usted todos estos desafíos nuevos que se están planteando? Desde el punto de vista de la opinión pública existe la sensación de que los políticos no están dando las respuestas adecuadas, o que no hay los argumentos científicos necesarios para plantar cara a estos desafíos. ¿Está de acuerdo?

R. Bueno, depende de los casos. Es decir, yo creo que, efectivamente, hay cuestiones que, de una parte, debido a que nuestra sociedad cada vez es más compleja, más interrelacionada, no se habían planteado antes. Porque realmente son nuevas, aparecen contaminantes nuevos y no siempre se tiene todas las respuestas. Pero, por otra parte, la sociedad tiene una base de conocimiento cada vez mayor y los interrogantes sobre la salud son cada vez mayores, analizamos toda nuestra vida a nivel personal, y la alimentación es un buen ejemplo de esto, y entonces aparecen problemas nuevos. Ciertas cosas se pueden responder, pero hay otras sobre las que falta base científica. Entonces, para la comunidad científica, ésta es una situación muy compleja. Por una parte, porque a veces hay respuestas claras que no gustan a alguien.

P. ¿Por ejemplo?

R. Por ejemplo, el tabaco. Ahí la comunidad científica ha dado una respuesta rotunda, clara. Pues los consumidores no escuchan demasiado a la comunidad científica, mucha gente continúa fumando. Por otro lado, hay casos en los cuales hace falta ir más a fondo, porque había temas que no parecían ser muy importantes, como son los priones. La investigación sobre priones parecía más bien una curiosidad hasta ahora. Entonces, claro, en estos casos, la respuesta de la comunidad científica no puede ser tajante. En estos momentos las vías de transmisión de la enfermedad en algunos casos están claras y, en otros, no tanto. Por ejemplo, sabemos que se produce transmisión por vía materna, pero todavía no se sabe con precisión cómo ocurre. Por tanto, la respuesta de la comunidad científica tiene que ser "falta conocimiento". Hay unos indicios, pero si en un momento determinado no se sabe, se responde "esto no lo sabemos".

P. ¿Esto es aceptado por los políticos?

R. Yo entiendo que para quienes toman decisiones ésta es una situación complicada. Además, muchas veces para los científicos es muy difícil entender cuál es la pregunta. Pero también entendemos que, para quienes toman las decisiones, y para la sociedad en su conjunto, frecuentemente resulta complicado entender cuál es la respuesta. Yo creo que las interfaces que pueda haber entre la ciencia y la sociedad, a todos los niveles, el político, el social y los medios de comunicación, tienen que ser --deberían ser-- cada vez más elaboradas y cuidadosas. Incomoda muchísimo ver cómo de algunos trabajos, que intentamos que sean lo más rigurosos posible, se puedan sacar esas conclusiones que se oyen tanto entre los políticos como en los medios de comunicación. Y esto es un asunto clave. Cómo transmitir los resultados de la ciencia a la sociedad es una cuestión que tenemos que arreglar entre todos.

P. ¿A qué se refiere cuando habla de las interfaces?

R. Por ejemplo, el CCD no es un organismo de gestión de crisis. El Comité tiene que dar opiniones. Tiene que recoger la mayor información en ese momento y exponer claramente el riesgo de infección de un material en temas de alimentación, o de un cierto derivado de una planta transgénica que pueda producir alergia. El Comité tiene unas características muy importantes, como es su experiencia, y funciona de una forma transparente e independiente. Las opiniones, en general, terminan un viernes, se corrigen el fin de semana y se presentan el martes. No hay absolutamente ningún tipo de presión. En el funcionamiento he visto transparencia absoluta por parte de los investigadores y trabajan con el máximo rigor posible. Por lo tanto, tiene tres características muy importantes: transparencia, rigor e independencia. Son esenciales. A partir de aquí, los ciudadanos deben tomar decisiones personales y los políticos colectivas.

P. ¿Cómo le llegan estas opiniones a los ciudadanos?

R. Yo creo que, para los ciudadanos, la función de los medios de comunicación es muy importante. Este Comité tiene un gran cuidado en explicar las cosas con un lenguaje lo más sencillo posible y, de hecho, siempre se intenta hacer una especie de resumen para los medios de comunicación pero, aún así, puede ser que no estén claras las cosas para el ciudadano. Los medios de comunicación, en este sentido, tienen una función esencial. Por otro lado, dentro de las administraciones, la gente que toma decisiones, tiene que tener sus propios asesores. Los ministerios, las administraciones tienen sus gabinetes, que también elaboran soluciones posibles, extraen conclusiones y es una función sumamente importante.

P. ¿Qué canales hay para que los ciudadanos, las entidades ciudadanas o de consumidores, etc., accedan directamente a la información?

R. Todas las opiniones del Comité se publican inmediatamente en Internet y son accesibles a todas las personas.

 

P. Pero, ¿en caso de duda?

R. En caso de duda el Secretariado mantiene informado y de forma bastante eficiente, según he visto, y está abierto a las consultas de los medios de comunicación.



Lo que pasa en realidad

P. ¿Usted cree que en un mundo tan complejo como en el que estamos viviendo, solamente confiar en los medios de comunicación garantiza un objetivo tan desmesurado como es que nosotros sepamos qué es lo que está pasando sobre los temas que nos conciernen tan directamente?

R. Los medios de comunicación es un término muy amplio. En estos momentos, por suerte, tenemos la Red. Podemos acceder a los documentos originales. Pero, igualmente, yo creo que los documentos originales, muchas veces, son difíciles de digerir. Por tanto, ahí hay una función de otros niveles. Nosotros, por ejemplo, en ciencia tenemos cada vez más revistas que nos digieren una parte del volumen ingente de información que se publica. Estas revistas resumen las opiniones recientes sobre temas científicos concretos. Y esto los científicos lo necesitamos para alimentarnos, porque si no sería muy difícil seguir la evolución de los acontecimientos.. Entonces, imagínese, si los científicos, los profesionales, necesitamos gente que nos ayude a digerir las cosas, entiendo que el ciudadano lo necesita todavía más. Además, no resulta fácil orientarse en este mundo de documentos originales, informes oficiales, resúmenes, etc., por más que estén publicados en la Red. Es complicado.

P. A esto hay que añadir otro dilema. Por una parte, están apareciendo desafíos que la ciencia no siempre es capaz de dar una respuesta apropiada en el momento. Por el otro, existe la sensación de que los políticos evaden sus responsabilidades afirmando que la ciencia sí tiene esas respuestas, cuando resulta que no se sabía que se hubiera invertido en esas líneas de investigación. Y así aparecen en ruedas de prensa con el famoso latiguillo "todo está bajo control".

R. Absolutamente. Yo creo que la ciencia tiene un desarrollo autónomo y es esencial que continúe así porque el conocimiento avanza por vías que pueden ser inesperadas. Entonces, el desarrollo autónomo de la ciencia es absolutamente esencial. Está claro que, por otra parte, en muchos temas, debe responder rápidamente, como en el de los priones. Esta investigación progresó durante un tiempo porque, como dije antes, no era más que una curiosidad científica. Ahora, de repente, se convierte en un tema importante, por su forma de actuar y por representar un problema de salud que causa alarma. A partir de aquí ya hay un retraso. Porque responder a cuestiones sobre, por ejemplo, cómo se transmiten los priones es una cosa que no se ha investigado suficientemente. Ahora, tanto en España como en el resto de Europa se está invirtiendo mucho dinero en trabajar en esto. Pero se requiere un tiempo para obtener resultados. Es decir, si se quiere hacer un trabajo riguroso, hace falta un cierto tiempo. Por tanto, cómo responder rápidamente a estas cuestiones es complejo. Incluso es muy difícil identificar los temas y articular una respuesta fundada. Y me refiero tanto a las administraciones como a la comunidad científica, es muy difícil de responder rápidamente.

P. Pero, además de que sea difícil responder rápidamente, la cuestión es ¿hay gente preparada para hacerlo?

R. No siempre. Ahora, en España, se ha abierto una vía de investigación sobre encefalopatías espongiformes. Y queremos atraer a los mejores grupos. Pero en nuestro país la gente está muy ocupada, es muy difícil dirigir gente hacia un determinado punto de la noche a la mañana, hay que formarla primero y eso requiere tiempo. Una respuesta rápida sólo la puede dar una comunidad científica grande. La comunidad científica grande es la europea. Entonces, estamos viendo que realmente para tener repuestas rápidas a temas complejos y nuevos se necesita una comunidad científica supranacional, no se puede reducir a un solo país. Aunque es importante también, como mínimo para poder transmitir la información a la gente, para ejercer esta función de digestión de que hablábamos. Por lo tanto, las dos cosas son esenciales. Un país moderno que se enfrenta con la situación a la que nos enfrentamos ahora necesita una comunidad científica dinámica, potente y, al mismo tiempo, bien relacionada con la comunidad científica internacional para intercambiar datos. Por ejemplo, el otro días veíamos que había 30 o 40 proyectos europeos, redes de proyectos, trabajando sobre la EEB. De los 300 grupos, aproximadamente, integrados en esas redes, no había ni un sólo español. Esto supone un retraso, porque mientras los otros grupos ya llevan 5 o 6 años trabajando en esto, nosotros tenemos que ponernos al día y ya veremos cuánto nos lleva.

P. Aparte de este "retraso neto" en el caso de España, ¿cómo está Europa en términos reales?

R. Europa cuenta con una comunidad científica mucho más sólida, experimentada y numerosa. Hay grupos en Alemania e Inglaterra, por citar dos países de la comunidad, que llevan muchísimos años trabajando sobre enfermedades infecciosas, con excelentes canales de comunicación con los hospitales, con la comunidad clínica. En fin, esto ya existe, ya está creado, y nosotros tenemos que crearlo, porque es esencial. Nos preocupa que con los cambios políticos muchas veces se perturbe la posibilidad de crear algo sólido, una comunidad centrada en la investigación y bien relacionada con la sociedad.



Soluciones sobre la mesa

P. Usted apunta a esa doble línea de desarrollo de la ciencia entre un desarrollo autónomo, en el cual va resolviendo problemas esenciales, y el hecho de que, a la vez, también tiene que ir respondiendo a eventos coyunturales. Ahora bien, ¿usted cree que estos temas coyunturales cada vez van a ser más predominantes, o deberían ser más predominantes? Por ejemplo: se introdujeron los piensos mezclados con restos animales, no hubo una investigación en aquel momento porque se pensaba que no iba a pasar nada. Hoy vemos que tenemos un suculento problema sobre la mesa, con perdón. Si vamos sumando los asuntos que hoy día se consideran "grandes", tanto por su impacto social como por las carencias con que nos encontramos desde el punto de vista de la ciencia, entonces tenemos que plantearnos: ¿tenemos la ciencia que se corresponde con el estilo de vida de nuestras sociedades? ¿No debería orientarse la investigación a través de la financiación, aunque sea a costa de perder algo de esa autonomía?

R. En España ha habido, desde hace tiempo, dos maneras de conseguir dinero. Una consiste en la Comunidad General de Conocimiento donde tú presentas tus proyectos en física, química o biología y se valoran estrictamente por su validez científica. Y después hay proyectos específicos, por ejemplo, en materiales o en tecnología, orientados desde el punto de vista de la financiación. Qué peso hay que dar a cada cosa es una discusión importante, cambiante y que no está clara. Es un poco la ideología de la ciencia y depende mucho de cómo se valora el papel de las empresas, de la investigación pública y privada, etc. Aquí juegan muchos factores, como la tradición de los países, su orientación política, etc. La cuestión es qué consideramos como la mejor calidad posible. La mejor calidad posible puede tender a favorecer, si el dinero es limitado, a las ideas más clásicas, a las ideas más aceptadas, en detrimento de las nuevas. De todas maneras, yo creo que tiene que haber una ciencia que intente resolver cuestiones coyunturales. Esta es la función lógica de la ciencia. Por ejemplo, es esencial saber cómo se produce la transmisión de la enfermedad de los priones. Por lo tanto, es lógico financiar este tipo de investigación. Y, por otra parte, es también esencial que mantengamos un tipo de investigación creativa, autónoma, que despliegue la máxima iniciativa posible, y que haya utopías. El peso relativo que se le da a cada una es una decisión política de cada país.

P. ¿Qué se está haciendo para tratar de encontrar el punto de equilibrio en esa relación?

R. En Europa ha habido siempre una política pendular. Depende de las circunstancias. En Estados Unidos, los republicanos más radicales estaban a favor de que los fondos públicos sólo fueran a financiar la investigación básica, porque la investigación aplicada o la hacen las empresas o no tiene ningún sentido. Es una postura radical. Ahora, en Europa, vamos un poco en ese mismo camino. Las nuevas ideas del VI Programa Marco de I+D siguen esa línea. La investigación más orientada, aplicada, tiene que pasar dentro de las empresas. Los poderes públicos pueden, de alguna forma, estimular la creación de la innovación, por ejemplo mediantes dotaciones fiscales, con lo cual sólo desgravan, no orientan. Ellos dicen: "Mire, usted haga la investigación que haga, pero nosotros le ayudamos de esta forma". Mientras que el dinero público va a ir más para la investigación más básica.

P. Y los temas de Salud Pública, dónde entrarían, ¿como investigación básica o aplicada?

R. En todos los países existen organismos que se ocupan exclusivamente de los temas de salud. Ahí intervienen los hospitales, que suelen ser organismos públicos, también la investigación que se hace en empresas públicas, etc.

P. A pesar de todo, persiste la sensación en la gente de que estamos rodeados de problemas graves, serios, como la desertización, la destrucción de recursos naturales, la contaminación en las ciudades, el cambio en los hábitos de alimentación hacia sucedáneos o productos de laboratorio, etc., y que la comunidad científica no parece tener las mismas preocupaciones. ¿Qué es lo que falla?

R. Yo creo que hay grupos trabajando en esos temas. Aquí mismo, en el IBMB hay grupos de química ambiental excelentes que trabajan sobre la desertización en Valencia, etc. En general, yo creo que el tipo de respuesta quizás no es el más adecuado, porque no es una repuesta clara. Lo que no puede ser es crear un grupo de investigación de un día para otro. Lo que sí puedes hacer es desviar grupos, que estén trabajando en una cosa, para trabajar en temas que aparezcan de repente, con una cierta urgencia. Para poder hacerlo, insisto, debes tener una comunidad bastante sólida y bastante grande. Si no tienes grupos que trabajen en cosas que se parezcan o que estén mínimamente relacionados, ¿cómo quieres desviarlos? Esto sí se puede hacer en países con tradición científica. Y es lo que estamos tratando de hacer nosotros. Gente preparada hay, grupos que estén metidos en los temas que usted menciona, existen. Hay que acertar con la política científica.



La globalización implica mayor diversidad

P. El Comité Científico Director de la Unión Europea ¿se plantea la transferencia de los resultados de la ciencia a otras partes del mundo cuando les afectan directamente? Si les hemos exportado los problemas, también se podrían exportar las soluciones, ¿no?

R. Este es un tema importante. Yo creo que la globalización tiene que tener algún tipo de respuesta para estos problemas. Es decir, no podemos tener un mundo globalizado con normas que, en algunos aspectos, están basadas todavía en los criterios de los países occidentales. Está muy claro que la globalización está creando todavía más diferencias entre los países del mundo en temas cruciales. Y esto sucede en el desarrollo farmacéutico, la comunicación, Internet, semillas, alimentación. La diferencia entre ricos y pobres es cada vez mayor. Esto es obvio, desde cualquier punto de vista, dentro de la justicia global, incluso de equilibrio del valor del planeta y la sostenibilidad del sistema, esto está creando una situación a largo plazo muy compleja. Uno de los temas básicos es el acceso a las nuevas tecnologías. A mi me parece que, así como se han planteando posibles soluciones a la especulación mediante la tasa Tobin, habría que buscar una salida similar para muchos otros temas. Se ha hablado, por ejemplo, de que haya algún lugar donde se examinen las patentes y se puedan conceder patentes libres de licencias para problemas concretos en países que no pueden acceder a esas patentes.

P. Pero las empresas sostienen que tal sistema afectaría a la financiación de la investigación, no habría forma de hacerla.

R. No se pone en cuestión que las empresas de los países desarrollados saquen beneficios de las patentes. Eso no se discute, ya sabemos que se trata de un buen sistema para estimular la inversión de las empresas en temas que nos interesan. Lo que se discute es si tiene sentido, en un planeta globalizado, aplicarlo sistemáticamente a todo el mundo. Hay situaciones en la que, sin que se toque este derecho de las empresas en los países desarrollados, debería ser posible licenciar esta propiedad intelectual a países que, por una parte, no tienen interés comercial y, por la otra, permitiría solucionar grandes problemas. Se ha propuesto también algún tipo de impuesto global para transacciones internacionales sobre base tecnológica que pudiera servir para financiar centros internacionales dedicados a temas de salud pública o de alimentación. Los bancos de semillas, por ejemplo, son esenciales. Muchos países necesitan encontrar nuevas variedades de arroz. Desde los años 50, una red de este tipo de centros ha hecho una labor importantísima para los países del Tercer Mundo mediante la recolección y mejoramiento de las semillas tradicionales. Estos centros, por ejemplo, como el CGIAR, hace dos años casi tuvieron que cerrar, porque los países ricos consideraron que competían con las empresas. Se salvaron en muchos casos gracias a la intervención de fundaciones y organizaciones internacionales. Son imprescindibles acciones de este tipo para que los beneficios de las nuevas tecnologías no se queden únicamente en los países desarrollados . Yo creo que esto es algo que nos tenemos que plantear de un modo muy claro.

P. En este caso la Red ya está en el Tercer Mundo. Pero, ¿hay transferencia neta de conocimiento de los países ricos a estas redes?

R. En el momento en que las nuevas tecnologías están en manos de grandes empresas, es ahí dónde hay que buscar mecanismos de transferencia, que no existen. Pero, en el caso que comentamos de las semillas, esas tecnologías estaban ahí desde los años 50 o 60. Cuando las grandes empresas se interesan (lo cual es legítimo) en los países desarrollados, esto puede convertirse en una barrera para que esas tecnologías sigan su camino. Pero hay que buscar una manera para que sea así. Hay que buscar una manera de que los beneficios de las nuevas tecnologías también lleguen a estos países, porque si no estamos creando las barreras, las diferencias entre los países con las nuevas tecnologías. Hay que buscar una manera de corregir esta desigualdad.

P. Desde el Comité Director, ¿cómo ve esta relación entre la ciencia y la sociedad? Es decir, toda su experiencia compleja y larga con los transgénicos, que ha sido muy intensa, ¿cómo la ve ahora desde el Comité Científico Director de la UE?

R. Yo creo que la sociedad se va a plantear, de forma creciente, problemas que tienen base científica. No de manera esporádica, sino de una forma sistemática. Por tanto, yo creo que es esencial que las diferentes sociedades han de encontrar alguna manera de obtener la información necesaria para la toma de decisiones rápidas. Para tomar decisiones a nivel social y a nivel político hay que encontrar maneras de que la información científica sea lo más completa posible y confiera la mayor confianza posible. En un mundo global es cierto que la información fluye por todas partes, pero, al mismo tiempo, no deja que las diferentes sociedades utilicen, sin más, lo que les llega. Es decir, las sensibilidades son diferentes, los intereses son diferentes, las culturas son diferentes y, por tanto, es importante, que estos datos se elaboren al mismo tiempo. Hay una comisión de la Fundación Europea de la Ciencia que ha elaborado un informe muy interesante sobre tres temas:

  • el uso de animales de laboratorio,
  • los transgénicos y
  • las células madre.

Entonces se ven claramente las diferentes sensibilidades de cada país. La actitud de los ingleses sobre el tema de los animales de laboratorio es muy diferente respecto a la de los españoles. El informe concluye diciendo algo de sentido común: es muy difícil llegar a conclusiones globales. Se puede decir cómo está el estado de la cuestión en Francia, Alemania o Dinamarca. Porque realmente en la discusión estamos a niveles diferentes. Por tanto, yo creo que no se pueden importar criterios de actuación, basados en criterios científicos, sin más. Es decir, cada sociedad lo tiene que elaborar a su manera. Y en un mundo globalizado, no todos los criterios son iguales.

P. Es curioso esto que dice. Los profetas de la lucha contra la globalización sostienen que los criterios serán cada vez más iguales para todos. Y usted sostiene que los criterios tendrán que adaptarse a necesidades locales o directamente serán diferentes.

R. Mire, yo creo que el gran error de los transgénicos ha sido ése. El gran error de las empresas norteamericanas ha sido pensar que los criterios que ellas habían establecido en los Estados Unidos iban a ser exactamente los mismos en todos los países. Y por esto pagaron un precio gravísimo, hasta darse cuenta de que la sensibilidad de Europa es diferente que la de Estados Unidos, que la sensibilidad de India es diferente de la de Estados Unidos, que la sensibilidad de China es diferente de la de la India, etc. Y que llega un momento en que el consumidor escoge y puede no escoger lo que ellos quieren que escoja. Entonces, no darse cuenta de que un mundo globalizado es un mundo en el que tenemos que darnos cuenta de que hay diferentes sensibilidades se puede pagar muy caro. Creo que es muy difícil predecir un mundo absolutamente idéntico por todas partes. Yo creo que la reacción a la globalización es precisamente un despertar de las sensibilidades a nivel local, regional o continental, cultural, económica y de muchos tipos. Esto es evidente.

P. ¿Y esto cómo se traduce para la comunidad científica?

R. La comunidad científica ya sabe que tiene que explicar lo que hace, responder a las cuestiones y yo creo que, en muchos países, este mensaje ya ha llegado. Me parece que a la gente también le ha llegado que para saber cosas que le interesa o necesita debe ir al fondo de los temas. Y esto es válido para todos, para los sistemas políticos que tienen que buscar la forma de asesorarse con el máximo rigor posible, para los medios de comunicación, etc. Me preocupa muchísimo cuando algunos medios de comunicación prefieren el titular fácil antes que el tratamiento riguroso de la información; con esta actitud crean alarmas que a veces pueden ser muy peligrosas.

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