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Energía nuclear

Autor: Luis Ángel Fernández Hermana
18/2/1998
Fuente de la información: Revista El Temps Ambiental
Organizador:  El Temps Ambiental
Temáticas:  Salud 
En los cincuenta añs escasos que llevamos de energía nuclear con fines civiles, se han construido unas 450 centrales, de las que más de 60 ya están fuera de servicio. Ninguna de ellas ha sido completamente desmantelada todavía. La primera que entrará en este registro históico de resultado incierto es una “nuestra”: Vandellós II. Hasta ahora se ha esperado a que la ciencia y la tecnología depararan suficientes conocimientos y herramientas como para acometer semejante empresa. Así desde el momento en que se afloje el primer tornillo de la instalación hasta dentro de muchísimos añs (décadas, siglos, milenios), seguiremos en fase de experimentación porque no tenemos, ni nunca tendremos, suficiente experiencia acumulada como para abordar con ciertas garantías este proceso.

Por otra parte, ahora comenzará a emerger la parte “hundida” de la economía de la energía nuclear con fines civiles. El proceso de desmantelamiento sigue siendo la gran X de la ecuación nuclear. Sólo en el caso de Vandellós II hay disparidades de criterio que se miden por muchos cientos de millones de pesetas. ENRESA asegura que sólo tiene que mantener en la central al material más radiactivo durante 30 años. Otras fuentes indican que ese período deberá o podrá alargarse a los 50 e incluso 100 añs. Debatirlo en estos momentos es tan inútil como prevenir la enfermedad de un virus que no se sabe si existe. Aunque, en este caso, la enfermedad sólo la conocemos.

A pesar del ruinoso negocio económico que ha supuesto la energía nuclear, algo que no han podido esconder ni sus más fervientes partidarios, y de la espada de Damocles que todavía pende sobre la salud de los ciudadanos, todo indica que el siglo XXI volverá a colocar sobre el tapete la disyuntiva que marcó el desarrollo de esta tecnología durante el último tercio de este siglo: se abandona definitivamente por el peligro que supone incrementar la carga de residuos radiactivos del planeta, o se la utiliza como la punta de lanza de un cambio del modelo energético a la luz de fenómenos tales como el cambio climático y la contaminación global. Europa mantiene al respecto un discreto silencio, sólo quebrado ocasionalmente por los sectores de la industria directamente involucrados. Pero en el otro extremo del mapa, en China y Corea del Sur, las aguas bajan tormentosas. Actualmente, China construye 3 centrales nucleares con ayuda europea y de EEUU y se prevé que, en unos pocos añs, el número aumente a unas 30, algunas de las cuales irán para Corea. EEUU no parece decidido a propiciar una “alternancia” energética mientras pueda mantener los precios del petróleo bajo la suela del zapato. Y Rusia, simplemente no puede. Todo apunta a que Alemania y Francia, las dos potencias nucleares que han desarrollado, junto con Suecia, la tecnología de las “centrales nucleares de bolsillo”, serán las que decidirán si persistimos por este camino o, por el contrario, nos abrimos a otras propuestas energéticas más razonables, seguras y ambientalmente amistosas.

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