Editorial número 53
No saber es como no ver
Con esta entrega, en.red.ando cumple un año de existencia. Esto equivale, en la vida de los gatos, a 10 años, y en la del ciberespacio, por lo menos a 20. Los bits tienen esa extraña propiedad: nos hacen envejecer a una velocidad extraordinaria pero inyectando elixir de juventud, que no otra cosa es el renovarse o morir que rige en los asuntos digitales. Y como no quiero que este en.red.ando se me ahogue en las manos en medio de este océano en estado permanente de cambio y evolución, pues voy a darle una sacudida a fondo, desde el cartel de entrada hasta la creación y distribución de los espacios interiores.
Muchos lectores advertidos me han señalado acertadamente , con distinto grado de sorna, que en.red.ando llevaba en su seno una buena porción de provocación. En momentos en que reinaban de manera incontestable postulados como nadie pierde el tiempo leyendo, lo único que vende es la estética audiovisual, la gente sólo está preparada para recibir noticias en píldoras, a los jóvenes les interesa exclusivamente la información fragmentada o empaquetada como video-clip, Internet tiene éxito porque todo es visual y los textos son meras funciones de las imágenes, etc., etc., en esos momentos, repito, aparece en.red.ando: una sábana lleno de texto y sin una sola imagen. Verdaderos ladrillos de letra compacta que para tragarlos hacía falta abrir bien la boca y prepararse unos cuantos antiácidos para facilitar la digestión. Y empezó a ocurrir el "milagro". Muchos de los lectores que se aproximaban a la publicación eran, por supuesto, quienes todavía retenían el gusto por la lectura, el discurso político y el debate de las ideas. Pero, cada vez más, los correos electrónicos que me llegaban provenían de gente joven absolutamente insatisfecha con los contenidos de los medios de comunicación y con una apetencia voraz por TODO lo que la vida ofrece pero que un rígido (y en desmoronamiento) modelo de comunicación les impedía acceder. Y, como era de esperar, en ese apetito afortunadamente desmedido ocupa un puesto privilegiado la curiosidad y la necesidad de encontrar los puntos de referencia que permitan interpretar este mundo tan complejo y diverso que nos ha tocado en suerte. Un esfuerzo tan modesto y limitado como en.redando, a pesar de navegar contra corriente y de no contar con el aparataje de la promoción moderna, ha conectado a su manera con estas necesidades (y quizá con otras que desconozco) a lo largo y ancho de una geografía sorprendente. Me llegan correos electrónicos desde lugares físicos, culturales y espirituales tan apartados entre sí como Perú, India, Nueva Zelanda, Suecia o Cataluña y su contenido es, por lo general, el mismo: "francamente seducida por los artículos de su En.red.ando..." (este es de Mibelis Acevedo Donís, Venezuela, y me llegó ayer).
No voy a decir aquello de "hemos cumplido una primera etapa", porque esto ni es el Tour de Francia, ni nadie sabe donde comienzan y concluyen las etapas en el intangible mapa tejido por el constante reordenamiento de ceros y unos. Pero sí ha llegado la hora de cumplir con algunos de los postulados que se han venido preconizando desde la revista. Sobre todo y en primer lugar, el de potenciar esta labor que permita interpretar lo que está sucediendo en las redes, en la Sociedad de la Información, más allá de las contingencias cotidianas o el destello del aluvión de informaciones y acontecimientos que trata de sepultarnos a cada segundo. Es decir, ejercer un periodismo de calidad que se convierta en uno de los elementos de la rosa de los vientos que guíe al internauta en su navegación por las redes. en.red.ando, espero, debería ser uno de los puntos de referencia adonde se acude en busca de la interpretación y análisis de la vida digital, no sólo de los aspectos que la informan. Para cumplir modestamente con este objetivo es necesario, en primer lugar, ampliar el número de voces, la diversidad de los puntos de vista y los puestos de observación. A la Red se la puede mirar desde muchos ángulos y desde muchos lugares. Este será uno de los principales cometidos de la "nueva era" de en.red.ando: levantar poco a poco una poblada atalaya desde la cual se pueda obtener una visión plural y aventajada del agitado mundo que se avecina y del lugar en el que cada uno nos colocamos para participar en él. La nueva revista tendrá este editorial, pero además incluirá una serie de secciones, todas ellas hambrientas de colaboración y colaboradores. Espero la contribución de muchos de vosotros en esta fase de en.red.ando y que entre todos seamos capaces de prefigurar cómo será la Sociedad de la Información, tanto desde el punto de vista de sus innegables beneficios y oportunidades, como desde sus aristas más amenazadoras para la aventura de la especie humana en este apartado solar del Universo.
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